168- La Bondiola Bouksiana

Una emancipación interna se estaba gestando; disparandose con ideas que fluctuaban de derecha a izquierda, oscilando entre esos dos hemisferios; los cuales estaban empecinados en convertir periplos en periquetes para nada fortuitos, como esos de terminar en un callejón y no tener otra salida que repetir el camino a contrapié del tiempo.
Sin poder conjugar ninguna meta, seguimos y nos tropezamos con algún nuevo desafio, a modo de rompecabezas inacavado.

El "Gato" tiró sobre el tapete su nombre ( el de ella - claro),como si lo hubiera escondido en un barrilete de dados para luego jactarse del azar de sus consecuencias.

La situación se repitió en mi cabeza con un enjambre de casualidades, que no importaban a la hora de asistir al único resultado digno a una semana que se preparaba para la gloria y no el olvido.
Era sin lugar a dudas una bella esperanza, con aroma y figura de mujer, que prometían y que en mi despertaban las ganas de correr ciertos riezgos.
Por otra parte, la cotidianeidad tenía muy poco de amorío, puesto que soy un bloque desencajado, un borrón en el paisaje, un mutante trasmutado y trasladado, desencantado de desencantos.Todo ese flujo de tensión y amor a la camiseta desembocó en una riña de gallos , que no pasó de cacareo con el encargado de turno en mi trabajo, seudo afeminado que apodaban "la muñeca" y que yo en la íntima ajustaba Barbie.
El trolito me venía sobrando hacia días, y yo desenfundé mi mi verborragia queriendo hinchar su enjuto rostro con verdades que lastimarían su sin razón.
Hacía tiempo que la sangre no me hervía, aunque me sobraran motivos...

Nuevamente el destino me arrojaba a santa Lucía, amarrando como carga la discusión matinal, el"Gato" era mi guía.
Yo le llevaba uno de mis cuadros para que lo excibiera en su casa.
El me hablaba de Laura, yo de mi enfado pos-discusión.
Llegando a la casa, estaba la bicicleta de Laura.
Ella los estaba visitando, y yo también.